".... claro que conocí a Melchor, en el Cuatro Chuts, un bar de mala muerte... de esos en los que el suelo está lleno de papeles con mayonesa y mostaza: esas servilletas finitas, muy delgaditas. Verá usted, yo lo frecuenté poco al Melchor, yo en ese entonces era novia de un poeta, de Fernando Casares, poeta chileno, muy bueno, hacía unos poemas guapísimos... y sí, ahí conocí a Melchor, hombre tímido, de pocos gestos, ¿sabe? Siempre sentadito con su abrigo gris, sin decir palabra. Era músico, o eso decía... o eso me dijo Fernando... es que ahora, le digo la verdad, no me acuerdo bien. Sí me acuerdo que este Melchor hablaba poco y andaba con un estuche negro y un cuadernito rojo gastado. No sé, yo creo que un día se enojó y se fue. Sí, no estoy muy al tanto, pero un día estábamos sentados en la mesa del Cuatro Chuts y... ya no recuerdo si yo estaba presente o si me lo contó Fernando, lo cierto es que de repente Melchor se pone de pie y va corriendo a una mesa. Parece ser que se detiene y empieza a comer del plato de un hombre que estaba con su pareja... imagínese la cara del hombre... no podía creerlo... cuando terminó de comer eructó y le pellizcó el culo a la mujer, gracias, creo que dijo y se fue sin saludarnos, corriendo... después no lo vismos más. Raro, ¿no? Perdón... ¿ustedes eran de la tele o de una revista?..."

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